martes, 25 de noviembre de 2014

SpinOff: El caballero de Astoras

“¿Dónde estoy? ¿Por qué no puedo ver nada?”

Mi cuerpo se encuentra adolorido, mis manos están atadas y supongo que mis ojos vendados. Lo más raro de todo es que no puedo mover mis piernas. Es como si no estuvieran allí.

“¡Auxilio! Alguien ayúdeme.”
Nadie responde a mi llamado…

Los días pasan y mi cuerpo sigue en el mismo estado. Hace mucho comprendí que nadie vendría en mi ayuda. Me encuentro solo y sé a qué se debe.

Mi nombre es Wilhelm, vengo de Astora. Mítica tierra de caballeros y nobles. Fui criado en una tierra rica y llena de prosperidad, para la gente adinerada. Fui un criado desde que tengo memoria. Mi madre fue el amorío de una noche de uno de los señoritos del pueblo, si por  amorío se refieren a violación y tortura. Mi madre tenía prohibido delatar o denunciar al señorito. Por esa, y otras razones, desconozco el nombre de mi padre. Reconozco que en algún punto de mi niñez trate de encontrarlo; pero fue imposible y abandone pronto la idea. Con mi ilusión perdida y mi corta infancia hecha trizas. Mi aspecto no se parece en mucho a lo de los criados de la ciudad. Muchas veces me confundieron con un señorito en alguna tienda de ropa o en el mercado. Mis ojos grises y mi cabello claro delataban mi procedencia. Aun así muchos conocían mi condición, fui odiado y maltratado incluso por los hijos de otros criados.

“¡Es un demonio de ojos claros! Aléjense de él.” “Cuidado que no los toque el sangre sucia.”
“No jueguen con ese niño. Su madre esta manchada y él es fruto del pecado.”

Conforme fui creciendo las cosas no mejoraban. Fui objeto de burlas, abuso y hasta fui tratado como un objeto sexual por la señora de la casa. Fue poco después de cumplir los doce años cuando la señora pidió verme en su cuarto a solas. Estaba sentada en su cama leyendo. Su obesa figura solo contrataba con lo deforme de su nariz. Cuando se percató de mi presencia me dio instrucciones exactas: “Anda niño desvístete y hazlo lento. Tengo tiempo esperando este momento.” Conforme fui quitando mis ropas, sus oscuros ojos se llenaron de un brillo extraño y su rostro dibujo la sonrisa más molesta que vi en mi vida. Cuando toda mi ropa estuvo en el piso, ella se levantó de su cama quitándose la bata que llevaba puesta, lo único que llevaba puesto. Tuve que contener las ganas de vomitar mientras se acercaba a mi. Todavía recuerdo su olor. Olía a azaleas, era lo único que me reconfortaba. Mientras ella se montaba sobre mi jadeando como un cerdo acuchillado, me concentraba en ese olor e imaginaba que estaba en un campo de flores con mi madre. Cada vez que quedaba satisfecha me daba una bolsa con 20 monedas de plata y decía: “Quiero que comas bien mi pequeño. No quiero que nunca te falten fuerzas para atenderme.”

Mi único consuelo era volver a casa y abrazar a mi madre. Le entregaba en silencio diez de las monedas de plata y ella las recibía acovachada sin mediar palabra. Mi madre… Mi amada madre... ahora que lo pienso no recuerdo su nombre… ¿qué está pasando conmigo?... Todo es confuso desde ese día… nunca debí confiar en el…

Mi adolescencia fue más de lo mismo. La señora me daba en préstamo a sus amigas. Siempre la misma paga. Siempre el mismo sentimiento de vacío que inundaba mi ser. Creo que allí comenzó todo. Era fruto del pecado y era usado por este para extenderse.

Un día regresando al cuarto, que llamábamos hogar, me encuentro con un sinfín de personas frente a la casa. Todos murmuraban y agachaban sus cabezas. Los soldados del reino entraban y salían sin mediar palabra. Hasta que por fin uno hablo:

“Parece un matadero de reses allí adentro. No se cómo la sangre ha llegado hasta el techo.”
“No te preocupes por nada, solo ha muerto la criada. Nadie de importancia salió herido.”

Esas palabras siempre retumbarían en mi cabeza “Nadie de importancia.” “Solo ha muerto la criada.” Mi voz no salía por la garganta. Un nudo en mi pecho crecía con mayor fuerza cada vez. Mientras las lágrimas brotaban por mis ojos pude ver como sacaban  a rastras el cadáver despedazado de mi madre. Lo arrastraban como si fuera un perro muerto. Un animal muerto al borde de podrirse. Lo trataban con asco y desanimo. En ese momento algo se encendió en mí. Perdí total control de mi cuerpo. Se movía y solo podía observar como lo hacía. No tenía control alguno sobre lo que estaba pasando. Mis puños se cerraban haciéndome daño en las manos. Mi cuerpo se tenso. De un brinco estaba frente a los soldados del reino, de espaldas el cadáver de mi madre. Uno de los soldados intento acercarse a mi. De un rápido movimiento mi puño dio contra su casco volcando al soldado contra el suelo. Otro intento agarrarme por los brazos mientras pateaba mis piernas. De un rápido movimiento de pies pude zafarme mientras mi rodilla impactaba sus descubiertas costillas. Dos mas vinieron en su ayuda, cada uno con su espada en mano. Se abalanzaron sobre mi como si de un animal rabioso se tratara. Logre esquivar al primero mientras el otro alzaba su espada contra mi. En ese momento mis manos fueron más rápidas de lo que jamás pude imaginar. Tomaron la empuñadura de su espada y hale con tal fuerza que el pobre soldado cayó al suelo dándose un gran golpe en la cabeza.

En ese momento el resto de soldados cercanos se alzaron en armas contra mí. Vi mi perdición en los ojos sedientos de sangre. Esos ojos enrojecidos por la ira, que  brillaban entre las hendijas de sus cascos. De pronto un grito se oyó entre la multitud: 

“¡Deténganse inmediatamente!”

Allí fue cuando lo vi por primera vez. Era imponente. Su escudo, su espada y su armadura relucían entre los colores de reino. Un dragón rojo y el azul que simbolizaba los más altos rangos de nobleza. Era un caballero del reino. Un caballero de Astoras.

“¿Qué es todo este alboroto? ¿Por qué están mis guerreros en el suelo? Esta no es la iglesia de Thorolund para que estén con el rostro contra el piso diciendo sus plegarias.”

“Señor este hombre ha atacado sin motivo a los guerreros del reino. Estábamos aquí investigando un asalto a una mansión; cuando este joven salto de la nada y arremetió contra nosotros. No se moleste en participar. Tenemos todo bajo control.”

“¿Bajo control dices? ¡Tres orgullosos guerreros del reino de Astoras fueron derrotados por un jovencito y completamente desarmado!”

“Pero señor fuimos tomados por sorpresa y nosotros…”

“¡A callar! Déjenme espacio. Yo controlare al muchacho.”

Era como si simplemente yo no estuviese allí. Era un perro rabioso que no entendía el lenguaje que hablaban esos hombres. En un impulso de ira arremetí contra ese caballero sin pensarlo dos veces. Un rápido movimiento con su escudo me impacto en el pecho desestabilizándome por completo y como un rayo la empuñadura de su espada dio contra mi rostro. No supe más de mi en muchas horas. Debí pensarlo mejor.

No sé cuántas horas pasaron; pero me levante en una de las celdas de la cárcel del reino. Senti un fuerte dolor en el rostro. Probablemente me había roto la nariz. Las celdas del reino tenían la fama de ser agujeros llenos de podredumbre y pestes. Nada a lo que ya no estuviera acostumbrado. Al cabo de un rato un guardia me vio despierto y se acercó a la celda Hablando en voz alta: “¿Con que eres el famoso niño que derroto a tres guerreros del reino sin empuñar una espada? Inclusive el mismísimo caballero Oscar tuvo que aparecer para detenerte. Vaya con la juventud de estos días. No sé qué les dan en sus comidas.” No espero respuesta alguna. Se alejó de la celda riendo y gritando hacia la salida:

 “Se ha despertado.”

“Con que el nombre de mi captor es Oscar. Nada más y nada menos que Oscar de Astora. Estoy realmente jodido.” Pensé mientras bufaba por mi mala suerte. Quizá si él no hubiera estado allí yo hubiera podido escapar y nada de esto me estaría pasando.

Pasado algún tiempo, se oyó un estruendo entre todas las celdas. Los murmullos de los otros presos se fueron haciendo inaudibles mientras fuertes pisadas se acercaban cada vez más. Pisada seguras de si mismas, refugiadas tras una pesada armadura. Cuando el silencio fue total pude verlo frente a mi celda. Imponente, armadura brillante, sus relucientes colores casi cegaban la vista.

“¿Te encuentras bien?”

Qué extraña pregunta del hombre que me había roto la nariz y me había encadenado en una celda. Casi puedo decir que sonreí.

“¿Sabes? a veces mis soldados suelen creerse un poco más de lo que son; pero siempre cumplen con su trabajo.” Dijo mientras sacaba algo de su cinto “Mira.”

Me mostró una bolsa de cuero. La misma bolsa de cuero donde guardaba las monedas de plata que no le daba a mi madre. La misma bolsa de cuero que escondía detrás de una madera suelta en la pared.

“Dos hombres entraron a la mansión en busca de esta bolsa. Tu madre murió defendiéndola. Los testigos cuentan que se aferró a ella hasta que su cuerpo no dio más de sí.”

No podía creerlo. Mi madre había muerto por mi culpa. Mi madre había muerto tratando de proteger lo que yo consideraba mi medio para salir de ese modo de vida. Recuerdo como las lágrimas corrían como ríos por mi rostro. Estaba frente al hombre más imponente, y fuerte, que había conocido en mi vida y solo podía llorar como un niño pequeño.

“He hecho todo lo posible; pero haz sido denunciado por atacar a los guerreros del reino.” Dijo mientras desenrollaba un papel “Te han sentenciado a muerte. Esta misma tarde harán los arreglos.”

Mis lagrimas cesaron de salir. Mi rostro debió que ser toda una poesía en ese momento. Pasaba de sentir lastima a sentir el verdadero miedo recorrer mi cuerpo. Iba a morir y tal vez hubiera sido mejor así.
“Solo hay una cosa que puede salvarte.” Dijo mientras se quitaba su pesado casco.

¡Una esperanza! Mis ojos debieron relucir en el momento…

“Debes convertirte en mi aprendiz y ayudarme a cumplir mi destino. Ayudarme a que la profecía se haga realidad.”

No sabía nada de profecías. No sabía leer ni escribir. No había forma de que supiera en ese momento de que me estaba hablando. Aun así, acepte. No debí hacerlo. Asintiendo con la cabeza fue mi única forma de responder. Las palabras eran inútiles para mi.
“Muy bien. Haré los arreglos. Regresare luego con los papeles de tu liberación.” Dijo mientras me daba la espalda y se ponía su casco .

“Se me olvidaba mencionar algo. Es realmente sin importancia; pero creo que deberías saberlo. Tendré control absoluto de si vives o mueres. Así que espero nunca me hagas dudar de mi decisión.”


Sus fuertes pisadas fueron desapareciendo. Aun las recuerdo. Recuerdo el sonido metálico de su andar por el pasillo de la cárcel. En ese momento no tenía idea de la promesa que acababa de realizar...

jueves, 12 de julio de 2012

El molde de mi corazón



Hoy es un sentimiento el que e impulsa, pero no voy a hablar de él. En lo innarrable que es el mundo, el corazón tiende a tomar formas que uno nunca imagina. Las mascaras de un rostro son incontables para un ser en crecimiento, nunca terminamos de crecer, nunca terminamos de disfrazarnos. Mas el corazón solo tiene una forma, un solo molde indeformable e inmodificable. Imposible que un corazón tome la forma que nosotros queramos darle.
En un mundo lleno de “te amo” se suele pensar que el corazón cambia con nuestros pensamientos. Es imposible formar a conciencia aquellas palabras que solo salen de el corazón. Aquellas que solo pueden ser pronunciadas desde lo mas profundo de nuestro ser, donde las espadas y los escudos de la razón son totalmente inútiles.  No hay razón más pura e indescifrable que la del corazón. Hacemos cosas para tratar de entendernos, para tratar de seguir a nuestro corazón, para encontrar una solución a todos esos pensamientos que no controlamos y que nos llevan a esos profundos sentimientos. Esos son los sentimientos que guían nuestras acciones, que nos llevan a ser un rey de espadas o un as de corazón.
Esas incontables veces que nos dicen te amo y pensamos que hay algo que no encaja. Esas son las ocasiones donde el corazón habla con verdad y decide que sentimiento es el adecuado para sentir. No se engañen pensando que pueden moldear al corazón a voluntad, no se engañen pensando en esa persona de sus sueños. Son sombras nada mas, sombras que la mente crea y que el corazón ignora por completo.
Jueguen a la vida tratando de encontrar las soluciones, no el dinero, no el orgullo, no el respeto. Son las soluciones que solo el corazón sabe, pero que no conoce aun. Hay una ciencia completa que ignoramos y que nadie ha podido describir. Esa ciencia que esta inmersa entre tanta guerra, entre tanto vivir en un amargo dia tras dia. Se que un soldado ama su arma y que un líder ama a su gente. No lo hacen por necesidad, ni por respeto, ni por orgullo. Lo hacen porque asi les dicta el corazón.
Hoy decido confesarles que solo tengo una mascara y que esa mascara de tristeza me ha maldecido a no ser arrancada de un solo tajo. Que esa mascara esta arraigada a mi como lo esta mi pensamiento, pero ese no es molde de mi corazón.
Mi corazón grita todos los días para salirse del pecho y mostrarse ante mi. EL corazón no conoce esas estrictas ciencias de la probabilidad. El solo reconoce y no anticipa. He tratado toda mi vida no ser mas que un esclavo de la razón , un esclavo de todo lo probable y de lo que puede ser. Sin embargo, mi corazón no conoce nada sobre eso. Todas esas veces que intente, razonablemente, de no salir herido. Todas esas veces que la razón me ha guiado a callejones sin salida. Esas son las veces que debi dejarme guiar por el corazón. Por esa voz gritaba dentro mio y clamaba atención. Ese corazón que sufre del complejo de Cassandra, donde la mente no le cree y la razón lo ignora.
Hoy confieso que mis acciones no son el reflejo del molde de mi corazón.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Penso Positivo

En días como hoy, noto pensamientos negativos y llenos de dolor. No caben más cosas que las que me azotan la conciencia. En esos días siempre hay algo que me da una pequeña cosa para sonreír. Desde un dulce beso hasta la imagen de una pequeña flor saliendo de una pared de concreto. En estos días solo quiero buscar el pensamiento positivo lleno de cosas más alla de la rutina, más alla del mismo pensamiento consiente.
Todos quieren una opinión de lo que observo bajo mi cristal. Quieren que hable a oídos sordos, a oídos necios palabras sordas. Todos quieren llegar al punto donde se sientan conformes; pero no lograran hacerlo. Solo hay una forma de llegar a esa anhelada sensación de pertenencia en el mundo. Solo se puede ser feliz cuando sabes y eres consciente de todo lo que posees y tienes. Cuando miras hacia atrás y vez todo tu esfuerzo reflejado en lo que has logrado.
En esos momentos en donde empieza el verdadero trabajo para ser feliz. Allí con nuestra mente relajada es que debemos prestar atención a todas nuestras heridas de guerra, mentales y físicas. Debemos capturar el momento y dedicarlo a nosotros mismos. Riéndonos de todo por lo que hemos pasado y convertir cada momento vivido en un momento agradable lleno de historia, historia propia.  Pobre de aquel arquitecto que nunca vio su plano convertido en su deseada obra arquitectónica.
Construyamos una estatua en nuestra mente, una estatua dedicada a nosotros mismos. La causa más grande que tenemos y la que más duro nos da. 

jueves, 9 de junio de 2011

Te amare...

No escribo poemas,
Mucho menos versos.
No se de poesía
no comparto textos.


Pero hay algo al recordar tu mirada,
me hace pensar en vidas pasadas.
Me hace quererte siempre un poco más
y agradecerle a Dios que en mi vida estas.


Quiero dedicarte versos y poesía.
Decirte cuanto te pienso día a día.
En mis pensamientos siempre estas,
verdad inequívoca, imposible de negar.


Eres mi pensamiento más frecuente,
eres la luz que siempre está presente.
Siempre que me pierda en la oscuridad,
con la luz de tus ojos me podre guiar.

No te amare toda tu vida,
pero lo hare en toda la mía.


Desde hoy te regalo toda mi vida.
Te doy mis besos, mis caricias.
Te regalo lo que soy y un poco mas.
Te regalo todo, hasta mi mente audaz.


Estos cortos versos te quiero dedicar.
Eres mi vida nunca lo vayas a dudar.
Eres mi bocanada de aire fresco.
Eres mi base, mi fuerte sustento.
La que siempre esta muy dentro,
de mi corazón y sentimientos.


En fin hay muchas cosas que quiero decir;
pero en tu oído es que las pienso repetir.
Quiero dedicarte, mi vida, un millón de canciones.
Las que hablan sobre el amor y grandes pasiones.

Sin lugar a dudas, lo que mas quiero decir Susana Iriarte.
Es que no pienso nunca en dejar de quererte y adorarte.

Eres mi principal y unica razon para amar.
Te quiero en mi vida a como de lugar.

Te amo... Nunca lo llegues a dudar.

lunes, 9 de mayo de 2011

Miguel Gritar

Hubo un día en que deje de ver hacia arriba y empecé a ver a mis lados. Ya ando aburrido de tanto alimento; pero nada de calidad. Tantos malos pensamientos le van más a una hermana mía que a mí. De vez en cuando, y de cuando en vez, recorro ciudades buscando aquello que me dé una tanda de buenas experiencias. Estoy cansado y un poco aburrido la verdad.

Me aburre ya sentarme en las funciones de opera viendo como el de al lado envidia lo del otro. Cansado de entrar a las escuelas y ver como  los adolecentes piensan que todo es malo y que la moda no incomoda. Otra hermana mía se daría un gusto tremendo aquí; pero a mi francamente me aburre.

Ya desilusionado sentado solo en el metro en hora pico, la hora de salida de todos los trabajadores, encuentro una imagen poco usual. Ya entre el tumulto de gente veo a un hombre estremeciéndose entre toda la gente. La rabia pura es un buen síntoma; pero miro alrededor y veo una cara familiar con cara de asombro y expectante. Una de mis hermanas me hace señas y me indica que me ponga al lado de ella, que ya pronto termina con el tipo.

“Casi, casi, casi. Ya pronto sus pensamientos endebles llegaran a ti. Total ya sabes que siempre nos ha gustado el mismo tipo de gente.” Dice mientras me guiña el ojo de manera insinuante.

Este pobre hombre de cabellera crespa, con cara de amargue y a punto de llorar. Parece uno de los Hobbits de esa película tan famosa. Estaba con esas camisas blancas de uniforme de trabajo. Estaba casi llorando y a punto de tirarse del carro. Estaba con las manos empuñadas mirando por la ventana tratando de no estar más allí.

“Ven escucha, escucha:” me invita mi hermana. Pego mi oído a su pecho y pongo toda la atención:

“Que estoy cansado que me digan lo que debo hacer. Que cualquier desgraciado liga más que yo. Me harte de ver corto, incomodo e impávido, como la única fila que se mueve es la de al lado. ¿Por qué mierda es que la mala suerte me persigue si siempre hago todo como se debe?.”

En eso soba su rostro un poco intranquilo y veo como sus manos se dirigen hacia unos morados. Golpes del pasado y frescos aun. En esos momentos sus pensamientos ya están siendo claros. Los oigo como un aguacero apabullante.

“Estoy harto de tanta mierda en este mundo. Estoy cansado ya. Los odio a todos. Odio a esos hijos de puta. Yo trabajo como un burro y no puedo comprar una casa. Trabajo como un maldito animal y esos imbéciles vienen y me roban. Aparte se ríen como haciendo una gran obra. Malditos espero mueran de una forma cruel y en una zanja llena de mierda.”

Esos son los pensamientos que me gustan. Ya mi cara cambia un poco al oír claro y conciso lo que necesitaba oír. Mi hermana rápidamente pierde el interés “No me interesan los que se quejan y no hacen nada.”

Se despide con un beso en los labios y se dirige a un niño que recién regañaron por dejar caer su morral. Total ya no es de mi incumbencia, ella vera a quien acecha. Esta noche este famélico sujeto es mi presa y pienso aprovecharla.

Con elegancia digna de mí, me muevo al lado de este sujeto y lo abrazo sin que él se dé cuenta. Es alimento puro, que dicha. Es un poco grosero y burdo; pero es lo que buscaba. En definición necesita un poco de creatividad en sus pensamientos. Rebusquemos a ver que puedo sacarle.
“Mi estúpido jefe y su gran vida. Me encantaría que se la metiera culo arriba. Qué suerte tiene ese imbécil. Me pudre sonreírle a diario a él y a su foto familiar. ¿Familia? si ese desgraciado se la juega a su mujer con la que se atraviesa. Siempre me cuenta con cuantas estuvo, con cuantas fue en su velero, con cuantas lo hizo en su lamborgini. Lo detesto. Juro que si tengo que sonreírle una vez más voy a gritar.”

Eso ya vas bien enfocado mi querido niño. Vamos que se que más adentro hay más. Vamos déjame degustar del plato de calidad que eres. Veamos mas afondo.

“La desgraciada que tengo por mujer cree que no sé que me pone los cuernos cada que quiere. Me hice el pendejo en nuestra luna de miel mientras le tiraba los perros al de recepción. No sé si se lo habrá comido o que; pero ¿de verdad que me cree tan estúpido?”
Comienzo a aburrirme, dame algo más nutritivo. Eso es muy común y lleno de cosas diarias. Zorras hay en todo lado.

De pronto el vagón del tren se detiene y el espabila buscando la salida. Apresura su paso agarrando fuerte sus cosas y atropellando a la gente que se encuentra en su camino. Su cara de pocos amigos me encanta. Es como ver un animal asustado que trata de defenderse inútilmente de un león. Fantástico.

“Maldita muchedumbre. Apártense de mi camino. Son unos estorbos inútiles. Ojala desaparezcan en un rayo.”
Eso ya va mas conmigo, adelante, adelante.
“Odio todo este maldito mundo de mierda. Quiero que todos se vayan y me dejen solo. Quiero que una bomba estalle y mate a toda esta inútil gente.”

Ya vas por el sendero que te lleva a mis brazos.

“No me importa lo que nadie piensa de mi. Ya no quiero que nadie se atreva a mirarme.”

“Nunca pude hacer las cosas que me gustan. Nunca pude ir a un concierto decente, no pude ir a Aerosmith. Que nunca vi a Limp Bizkit, nunca vi una escena llena de luces, solo oscuridad de mi casa alumbrada por un triste monitor. Soy un maldito enano que no merece nada. Odio mi afiche de Roger Rabbit de la infancia. Me trae muy malos recuerdos. Nunca tengo plata para absolutamente nada. Maldita sea siempre ando en déficit y nunca en superávit.”

“Siempre fui el ultimo de la fila y aun así me empujaban. Estúpidos deportes y su exigencia física. Siempre me quedaba con la boca abierta y nadie se interesaba en escucharme. Creían que nunca tenía nada bueno que decir. Ojala un golpe en la cabeza los saque de este mundo.”

“Siempre me persiguen las deudas estúpidas de mi mujer. Nunca puedo salir, tampoco es que tenga con quien hacerlo. La gente me aburre y creen que por mi cara soy una persona que escucha. Solo dejo que hablen y trato de no oírlos su voz me molesta. Absurdos. A nadie le interesa su aburrida y poco trascendental vida.”

Que gozo absoluto, de verdad que es una noche maravillosa. Hace siglos no la pasaba tan bien con una sola víctima.

“Ya no veo la hora de salir de este mundo. Estoy en la media de vida ya. Maldita cobardía. Debí haberme quitado la vida hace mucho.”

Al doblar la esquina a su casa ve un cuadro algo familiar. Un par de hombres encima de una mujer tratando de quitarle sus cosas.

“A la mierda no es mi problema. Total nadie me ayudo ayer a mí. Que se joda por andar sola en la noche por estas calles.”

“Ojala le arranquen la piel y se hagan un abrigo con ella.”

Que asombro! Eres material para una vida completa. Me encanta este hombre.

Entonces es cuando veo al lado de la mujer a la última de mis hermanas. Siempre me amarga el rato. Mira en un momento a mi presa y este empieza a dudar.

“pero a mí me hubiera gustado un poco de ayuda ayer. Tal vez deba ayudarla. Debería o no sé. Espero que alguien más lo haga. No me gustaría meterme en asuntos ajenos.”

Maldición! No me arruines el rato. No te dejes guiar por esos pensamientos tontos. Que todo eso es falso solo yo existo. El Odio es lo que perdura por siempre.

“Debo ayudarla, no me gustaría que fuera una hija mía la que estuviera en esta situación y nadie la ayudara.”

Mi estúpida hermana se acerca pronta a él. Le susurra al oído que siempre hay una luz.

“Llamare a la policía e iré corriendo diciendo que ya la llame.”

Estúpido! Esos arranques de valentía no llevan a nada. Terminaras mal y en las manos de quien menos lo crees.

En eso llama a la policía y dice que vengan corriendo que esta un asalto en proceso y que tratara de interceder. Instantes después sale corriendo por esa oscura calle envuelta en penumbra. Al llegar los hombres se impactan un poco; pero enseguida sueltan una risa.
“Vete de aquí enano que esto no te incumbe.” “Venga zorra paga de una puta vez!”

“Ya llame a la policía y vienen en camino así que será mejor que se vayan.” Dice mi intrépido y tonto, pero valiente, Hobbit.

Los hombres se sorprenden un poco pero al instante reaccionan al oír una moto con las luces encendidas acercándose por el otro extremo de la calle.

“Mierda la ley. Vámonos de una puta vez.” “Esta me la pagas ahora mismo enano de mierda.”
El hombre más alto de tez morena saca una revolver y se lo acerca al rostro a nuestro amigo. Suenan un par de tiros y mi pequeño amigo cae moribundo al piso.
Sus pensamientos son algo confusos; pero puedo leer algunos.

“Maldita sea, esto me pasa por meterme donde no me han llamado. Maldita sea mi vida por ser un tonto más. ¿Por qué coño quería hacerme el héroe? Solo me gane un par de tiros. ¡Idiota!.”

Hasta en su muerte puedo degustar estos deliciosos pensamientos. Mi molesta hermana sigue al lado de la mujer. Le susurra cosas al oído para poder calmarla. Luego voltea hacia mí y me mira con esa mirada de siempre. Acaricia mi rostro mientras se dirige a mi enano. Que atrevida estaba aquella noche. La detesto.

Le susurra un par de palabras al oído:”Ningún sacrificio es en vano. Mira a esa mujer. Ella es tu vecina. La única que te saludaba y te sonreía al salir del edificio.”

Mi pequeño sonríe con una cara de imbécil mientras la mujer se abalanza sobre él con lágrimas en los ojos gritando “gracias mil gracias. Resiste que iré a buscar ayuda. No te mueras por favor.”

En eso trato de meterme en su mente una vez más; pero un haz de luz me lo impide. Es mi estúpida hermana que ya ha retorcido esta mente digna de una buena faena.

Mi pequeño enano no sobrevive. Su rostro muestra dolor incluso después de muerto. Es una verdadera lástima, quería más diversión. Siempre me la arruinas. Maldita Esperanza. Siempre te metes donde no te llaman. El mundo está lleno de mí y nunca podrás iluminar todas las mentes que ya están bajo mi ala.

Esta guerra no se acaba aquí. Aunque siempre me persigas. Tonta Esperanza. ¿Siempre te tendré a mi lado acosándome?

viernes, 8 de abril de 2011

La calavera no chilla

Dejen que les cuente de la vez  que casi muero. Una de las tantas veces que el placer de jugar con los mortales me llevo a un descuido fenomenal.
Hay noches en las que decido mirar al mundo y ver qué hay de interesante en el. Busco aquello que llaman la verdad en los ojos de la gente, en la ventana de su alma. A veces no encuentro si no cosas sin importancia y en problemas que no tienen nada de complicado y difícil. En fin, me aburro. En noches como hoy sigo alguna corazonada, que casi siempre me lleva a la nada; pero hoy no es una noche común.
Vi la imagen de un tipo desconocido por completo. Un hombre que solo pensaba en la forma de no pensar más. Llamo mi atención inmediatamente. Su vida era un desastre; pero él no se preguntaba los porqués sino los cómo. Era fascinante estar inmerso en sus pensamientos y recuerdos. Una buena noche se avecina y no pienso perder la oportunidad. Una mente de verdad pensante, como escasean en estos días.
Pensaba en colores para olvidar todas sus razones. Pensaba en esas caricias perdidas mientras el sabor del licor le inundaba los sentidos. Una pequeña sacudida en su cuerpo lo devuelve a sus pensamientos casi suicidas. Abría las paredes de sus recuerdos a mazazos violentos, gritaba a puertas cerradas en su imaginación. No era querer lo perdido lo que le ponía así, era el saber que lo había perdido. Imágenes al azar de una diva sin rostro lo reculaba cada vez más en su silla. Una completa sensación de delicioso desespero.
Su botella casi acaba y comienza a gritar en su mente. Cada vez más su mente se llena de caos. De cosas que parecen no tener sentido. Lo que más le duele es no saber a quién lastimar. Piensa en cómo sacar al asesino que chilla por salir. Vuelven gritos, muchos más que antes. Gritos de dolor, de rabia, de locura, de éxtasis. Mientras más bebe mas se acuerda. Más le duele no pensar en otra cosa.
De la emoción causada, por ese alimento que es su desesperación, me acerco a él botella en mano y con una sonrisa de mejilla a mejilla. Me mira con una mirada de asco y me dice: “¿Quién mierda te crees?”. No podía sino reírme y ofrecerle la botella y mi callada compañía. “No es más que la muestra de mi total agradecimiento. Por fin no estoy aburrido.”. Su mirada de asco y decepción lo decía todo. Que feliz era esa noche. Bebía y me gritaba cosas que no podía entender. “¿eres acaso un demonio que viene a burlarse de mí?” “¿Qué sabe alguien como tu sobre lo que le pasa a alguien como yo?” “¡¿sabes acaso lo que es tener una hambre insaciable?!” “¡¿qué mierda sabes tú de lo que me está pasando?!”. No podía sino reír y sentirme feliz.
Termina por completo la segunda botella y con su último aliento de resignación se marcho. Lo perseguí todo el camino mientras gritaba: “¡Llegare al sol! Por favor muéstrame otra ruta” “Llévame esta noche al sol que ya no lo puedo ver.”
Ya me estaba aburriendo; pues es  la lontananza de la esperanza la ruta más popular. Esos caminos no llaman para nada mi atención. No hay alimento allí para mí. Total lo seguí un rato mas en sus pensamientos, a ver si algo mas pasaba. Al llegar a su apartamento saca una pequeña bolsa transparente con un polvo blancuzco dentro. Lo riega todo sobre una pequeña mesa y comienza a inhalar de forma frenética. En esos momentos su mente se centraba en la imagen de la misma diva de antes; pero ahora su rostro era una calavera. La calavera grito. Gritaba de una forma horrorosa, como si con su grito quisiera acabar allí mismo el mundo. Era tan puro ese odio a todo.
Allí mismo nació el asesino que no sabe a quién lastimar. Empieza a correr de pared en pared. Su rostro comienza a desfigurarse de todas las formas. Tras cada golpe una carcajada sonora sale de su boca. Tras cada carcajada la calavera en su cabeza gritaba. La calavera grito y grito más fuerte. Su desfigurada sonrisa cada vez se hacía más loca. Huele un poco mas de ese polvo blanco de sus delirios. Ya no puedo distinguir nada de lo que piensa. Son imágenes al azar y muy rápidas. Ya no sé si ríe o está llorando. No lo puedo distinguir en su inflamado rostro.
Cuando ya no es más de noche cierra fuerte puertas y ventanas. Lo único en que piensa es que no quiere tener más noticias del frio de la mañana. Qué buena noche he pasado. No quiero que termine. Con el último de sus gritos mira en el espejo su maltratado y desfigurado rostro. Allí fue cuando me vio. Allí fue cuando me vio en sus pensamientos e imágenes. Lanzo un grito de desesperación y arremete a cabezazos contra el vidrio del espejo. MI risa se escuchaba por todo el lugar. No era burla ni mucho menos, era satisfacción.
El piensa que algo he tenido que ver yo con sus actos de desesperación y le hablo desde dentro: “Soy solo un ferviente admirador de esta obra de teatro a la que llamas vida. Anda sigue con tus lamentos y dame un final digno de esta absurda tragicomedia.”
Su rostro cambio de un momento a otro. Simplemente no era el mismo y allí fue cuando me asuste al ver el final que tenía pensado. Con los fragmentos del cristal abre las venas de brazo en forma vertical. Me sonríe a través del ensangrentado vidrio. Se mofa de mí de una manera asquerosa y repugnante. Sentí casi de inmediato las punzadas que indicaban que estaba en grave peligro. La calavera ya no gritaba sino que me señalaba y se reía de mí a carcajadas. Por breves instantes sentía el mismo dolor que el. Me había sumergido mucho en el. Había logrado ser el por un momento, y eso me estaba costando mi existencia.
El se hallaba agonizando mientras reía e inhalaba un poco mas de polvo. “Querías degustarte de mí. Ahora paga el caro precio de no sentir lo propio y muere con mi sufrimiento.”
No podía creer que tanto dolor fuera posible. Nunca había experimentado algo tan fuerte y a la vez martirizante. Mis pensamientos se fundían en los de él y así comencé a desaparecer poco a poco. Ya no era él el que moría. Moría por mi descuido y a manos de un simple.
En los últimos momentos, cuando él se disponía a dejar su último aliento, llego una mujer. Abrió la puerta de par en par y se abalanzo sobre el sujeto intentando socorrerle. Cuando vi en sus ojos pude ver a una antigua conocida. Al introducirme en sus pensamientos intentando no morir pude ver con claridad de quien se trataba. Mi antigua y olvidada amiga. Hace mucho que no la veía. Cuando todos salimos de esa caja nunca más la volvimos a ver; pero allí estaba ofreciéndome su regazo y sus piernas para descansar.
Del sujeto supe que se recupero de su intento. De mi, solo les diré que ahora tengo una deuda eterna y que gracias a ella pueden ustedes salirse de mis manos. Por eso allí donde yo este también estará ella, mi querida hermana, La esperanza.
Atte.: La demencia.
PD: "Hay una delgada línea entre la genialidad y la demencia.” Cuídense de entrar en mi reino sin la luz de la esperanza para guiarlos.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Entrando una vez más a mis sueños.

No sé qué podría decir sobre las cosas hermosas y tristes que vi, había una muralla enorme adornada con las bellas luces de las farolas de los carros, como si quisiera darme algo a entender, era hermosa de verdad con una única palma acariciándola con cada brisa, podría describir lo atontado que estaba al voltear y descubrir que el mar me observaba de cerca, sospechaba de mis claras y malas intensiones; pero no podía hacer nada.

La belleza de la situación no me dejaba mover, mi alma quería salir y recorrer la muralla con una sonrisa y una lagrima en la mejilla. ¿Acaso reconocía yo ese lugar? Pues no es mala la especulación, ni mucho menos equivocada, era donde desperté algún día de esa inmensa ebriedad. No recuerdo cuando fue pero tuvo que ser hace mucho, no sé por qué esos recuerdos me invaden mientras la miro; pero no es que se pueda hacer mucho al respecto.

En fin. El mar seguía rugiendo a mis espaldas como si me advirtiera que no debía meterme más con lo que estaba escrito, que no debía seguir con lo inevitable, que tontos pensamientos, como si llegara yo a hacerle caso.

Lo veía con una sarcástica sonrisa, le advertía, más bien insinuaba, que no se metiera conmigo nunca más. Al darme cuenta que ya la delicada brisa se había detenido y que aquella palmera comenzaba a llorar porque no seguía acariciando a la muralla, más bien parecía que ambas lloraban y trataban, sin ningún resultado, de encontrarse de nuevo. No eran tan desquiciados esos pensamientos ya que no hay nada que desespere más que la esperanza misma. 

Al poder moverme lo primero que hice fue subir al fuerte mas cercano de la muralla y gritar, como si mi vida dependiera de ello, no era que tratara de decir algo solo quería gritar, sentir mi voz fuera de mi como una expresión misma de la existencia. Al oír mi eco apagándose en el oscuro mar me di cuenta de lo esplendida que era la vista. No podía creer que pase tanto tiempo anhelando esto.

Me pregunte una vez mas ¿por que en la noche la soledad es tan atractiva para las cosas bellas?, una mujer me mira con cara de asombro como si me reconociese, ya era muy tarde, no debía estar en ese lugar, bueno que mas da. ¿Cuando había visto un mar tan inmenso? ¿Cuando perdí todas esas sensaciones de existencia?

Bueno no nos perdamos en mis especulaciones y sigo describiendo. La mujer seguía mirándome, ya con menos intensidad que antes, su boca abierta reflejaba el hecho de que quería mencionar un nombre que no conocía, que molesto era. No quería recordar quien era pero no podía evitarlo, la mente actúa por si sola. Que raro al quererle yo llamar, tratar de recordar, se me olvido su nombre.

Ella seguía allí cuando una fuerte brisa tropieza contra la muralla, la palmera parecía soltar un fuerte suspiro de satisfacción, que repugnante, era como ver a un drogadicto desesperado conseguir su dosis personal, que mórbido es el mundo cuando analizas las cosas pequeñas.

Caminando un poco mas adelante, con ella detrás mió, por supuesto, pude ver al fin la ciudad, la ciudad que me vio nacer y que no quería recordar. Adornada bellamente, llena de luces y colores brillantes, carruajes transportando turistas por doquier, gente bella deleitándose de lo difícil que son sus vidas por poseer todo ese dinero, sus relojes de una marca tan rara y fina que no eran vistos en televisión, hablando de países como lugares de veraneo, saludando cordialmente a personas que de seguro odiaban. Los esclavos de turno estaban dispuestos a satisfacer los más oscuros deseos de estos brillantes personajes. No podía hacer más que reírme, soy igual que ellos y no puedo negarlo.

Mientras más me adentro mas cosas hermosas veo: catedrales, museos, lugares tan antiguos que su existencia confirma la historia como ciencia, parques antiguos, estatuas de grandes personajes, plazas que demuestran que el mundo no fue hecho en un lance de dados de Dios.

No pude mirar mas, mi conciencia me remordía, la mujer seguía detrás mio mascullando palabras ininteligibles como si tratara de sacar la cuenta de donde y como me había visto. Parecia algun concurso de televisión, donde con una respuesta acertara ganara millones; pero no era el caso. Seguía mi camino con destino a los rincones oscuros, quería matar a alguien mas no sabía quien era.

Hastiado de esos recuerdos sin importancia recorro mi camino hacia la plaza, no quería levantar sospechas, ni podía hacerlo tampoco, mi rostro es de esos rostros familiares que todo el mundo liga con algo conocido, que asqueroso era aquello. Quería seguir mi camino cuando un flash en mi cabeza hizo que resonara mi mundo entero, allí estaba ella implacable, pecadora, mal pensada, sucia, corroída por sus pensamientos, bella, esbozando una sonrisa, con actitud tranquila, no era más que una perra amada por todos.

Al mirarla recordé la mujer que venía detrás mío, con cara de ver un muerto tira mi nombre al aire en un ahogado grito de satisfacción. Las miradas se dirigían a mí, todos sabían que era yo al que llamaba mas ninguno podía imaginar que ese mal habido nombre lo abandone hace ya mucho tiempo.

Con una delicada sonrisa miro en dirección a ella tratando de calmarla con la mirada, como si mi cara en si no la aturdiera mas, le dije en un susurro para que me escuchara: “no se quien piensas que soy; pero te confundes y mucho.”

Ese delicado rostro blancuzco comenzó a mostrar ciertas tonalidades de rubor, me imagino que era tratando de convencerse de mi historia. No podía perder mas tiempo mirándola y sonriendo por fin encontré a la persona que debía matar, a esa persona que tanta esperanza clavo en mi corazón, maldita. Me encamino de nuevo a la plaza dejando a mi ruborizada fan detrás. Entre tanto me di cuenta de lo frágil del momento y de si en realidad me importaba que me vieran matándola, nada importaba ya.

Me observa complaciente, invitándome a tomar asiento al lado suyo, note como sus ojos eran un triste mar café que desbordaba por sus parpados tenues y frágiles, todavía la amaba, todavía no me amaba. Al simplemente llegar a ella comenzó a hablar de sus amores, de sus historias tristes, de sus aventuras, de con quien quería estar, con quien estaba, con quien dormía, las razones del porque lo hacía, su nuevo domicilio, la numeración de su línea de teléfono, su nuevo mail, mas importante aun me decía la razones por las cuales me extrañaba, por las cuales quería tenerme a su lado, las razones por las que quería oír mi voz, aquellas por las que me explicaba que no me amaba y que nunca lo haría.

Era un momento común entre los dos, nada del otro mundo decía en mi cabeza, con voz seria y mirando la mal hecha estatua de un supuesto libertador. Le dije:”Perdona todo esto; pero ¿podrías decirme…?” Mis palabras se cortaron al intentar salir, no era momento de preguntar nada, todo estaba dicho entre los dos.

La odiaba por no quererme, la amaba por qué no me odia. Decisiones simples decisiones. Al mirar por las oscuras hendijas, entre calle y calle, noto como la mujer que antes me perseguía me sigue mirando con cara de asombro y empalidecida por darse cuenta de que no se había equivocado, era yo en todas mis magnitudes. En un leve suspiro y como una maquinación del cerebro desaparezco delante de todos, nadie decide buscarme, solo siguen como si nada hubiera ocurrido.

Lo que menos pensaba era que ella debía seguir viviendo por el bien de la realidad misma, lo cual yo no iba a permitir, claro está. Una mano agarra mi muñeca en señal de captura y rendición, era ella otra vez. Decidí que era momento de matarlas a ambas.

Con un fuerte movimiento saco a relucir mi mejor arma, la única en realidad. Lanzo un grito agudo en señal de victoria y realizo mi primer corte, menciono su nombre mientras corto mas a fondo, maldigo su existencia mientras todavía me quedan fuerzas para dirigirme a mi otra presa y asestarle un golpe fatal. Era por fin el día, ya todo había acabado.

Como entrando en un transe profundo me dormía cada segundo un poco más, tratando de luchar contra la pesadez, “ya todo acabo” me dije. El olor a sal del mar contagiaba mi nariz de una profunda alegría y ganas de vivir, era imposible, hace mucho que no existo. Mis ojos por fin se rinden a esa pesada sensación y con aire de victoria grito al mundo: “por fin mate a la esperanza, por fin mate a lo único que quedaba en esa caja de pandora, por fin logre lo que algún día me propuse, Adiós”

Al cerrar los ojos mil imágenes recorren por mi cabeza, mis sentidos se distorsionan, hasta que por fin siento como el mundo mismo se detiene y se apaga. Reina la oscuridad en el trastabillo de vida que queda.