viernes, 3 de septiembre de 2010

El Despertar.

Despertar esta mañana luego de muchos años de sueños y pesadillas. En mi melancólica almohada y mi sudada, y desesperanzada, sabana que baña mi cuerpo.



Me levanto con las manos en la cabeza tratando de recordar que cosas me esperan afuera. Entro al baño buscando esperanzas a mi mareo en esa fría tasa de loza. Abro la cortina de la ducha para revisar que todo este en su lugar pero un caudal de agua me seduce con la frescura de sus gotas. Esas gotas que me hacen suspirar en una fascinante mañana de guayabo.



Luego de alguna extraña situación, me esfuerzo por salir a la calle en donde me esperan inexplorados cuentos y una que otra anécdota de una vida anterior.

Entro en una casa conocida pero poco recordada. Busco en su nevera ese liquido fundamental que tanta falta me hace ya. Al encontrarlo no hice mas que suspirar. Todos mis sentidos se perdieron y, hablando de cualquier cosa, me quede dormido imaginando como iba a empezar todo de nuevo pero me di cuenta de la verdad justo después de ver pasar un caluroso atardecer dentro de un vaso de agua. La noche ilumina mi malévolo cuerpo que se consume en el en pavimento. Las luces de los postes se cuelan entre las inmensas sombras de los árboles callejeros. Pronto me doy cuenta que me escondo entre las confundidas noches de lunas llenas y algunas menguantes.



Carece ya mi lucha de cualquier sentido, borracho, solo y con una botella como única compañía. No queda nada de las promesas de esta noche, ya solo quiero descansar de esta inmensa ebriedad.

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