viernes, 3 de septiembre de 2010

Entrando una vez más a mis sueños.

No sé qué podría decir sobre las cosas hermosas y tristes que vi, había una muralla enorme adornada con las bellas luces de las farolas de los carros, como si quisiera darme algo a entender, era hermosa de verdad con una única palma acariciándola con cada brisa, podría describir lo atontado que estaba al voltear y descubrir que el mar me observaba de cerca, sospechaba de mis claras y malas intensiones; pero no podía hacer nada.

La belleza de la situación no me dejaba mover, mi alma quería salir y recorrer la muralla con una sonrisa y una lagrima en la mejilla. ¿Acaso reconocía yo ese lugar? Pues no es mala la especulación, ni mucho menos equivocada, era donde desperté algún día de esa inmensa ebriedad. No recuerdo cuando fue pero tuvo que ser hace mucho, no sé por qué esos recuerdos me invaden mientras la miro; pero no es que se pueda hacer mucho al respecto.

En fin. El mar seguía rugiendo a mis espaldas como si me advirtiera que no debía meterme más con lo que estaba escrito, que no debía seguir con lo inevitable, que tontos pensamientos, como si llegara yo a hacerle caso.

Lo veía con una sarcástica sonrisa, le advertía, más bien insinuaba, que no se metiera conmigo nunca más. Al darme cuenta que ya la delicada brisa se había detenido y que aquella palmera comenzaba a llorar porque no seguía acariciando a la muralla, más bien parecía que ambas lloraban y trataban, sin ningún resultado, de encontrarse de nuevo. No eran tan desquiciados esos pensamientos ya que no hay nada que desespere más que la esperanza misma. 

Al poder moverme lo primero que hice fue subir al fuerte mas cercano de la muralla y gritar, como si mi vida dependiera de ello, no era que tratara de decir algo solo quería gritar, sentir mi voz fuera de mi como una expresión misma de la existencia. Al oír mi eco apagándose en el oscuro mar me di cuenta de lo esplendida que era la vista. No podía creer que pase tanto tiempo anhelando esto.

Me pregunte una vez mas ¿por que en la noche la soledad es tan atractiva para las cosas bellas?, una mujer me mira con cara de asombro como si me reconociese, ya era muy tarde, no debía estar en ese lugar, bueno que mas da. ¿Cuando había visto un mar tan inmenso? ¿Cuando perdí todas esas sensaciones de existencia?

Bueno no nos perdamos en mis especulaciones y sigo describiendo. La mujer seguía mirándome, ya con menos intensidad que antes, su boca abierta reflejaba el hecho de que quería mencionar un nombre que no conocía, que molesto era. No quería recordar quien era pero no podía evitarlo, la mente actúa por si sola. Que raro al quererle yo llamar, tratar de recordar, se me olvido su nombre.

Ella seguía allí cuando una fuerte brisa tropieza contra la muralla, la palmera parecía soltar un fuerte suspiro de satisfacción, que repugnante, era como ver a un drogadicto desesperado conseguir su dosis personal, que mórbido es el mundo cuando analizas las cosas pequeñas.

Caminando un poco mas adelante, con ella detrás mió, por supuesto, pude ver al fin la ciudad, la ciudad que me vio nacer y que no quería recordar. Adornada bellamente, llena de luces y colores brillantes, carruajes transportando turistas por doquier, gente bella deleitándose de lo difícil que son sus vidas por poseer todo ese dinero, sus relojes de una marca tan rara y fina que no eran vistos en televisión, hablando de países como lugares de veraneo, saludando cordialmente a personas que de seguro odiaban. Los esclavos de turno estaban dispuestos a satisfacer los más oscuros deseos de estos brillantes personajes. No podía hacer más que reírme, soy igual que ellos y no puedo negarlo.

Mientras más me adentro mas cosas hermosas veo: catedrales, museos, lugares tan antiguos que su existencia confirma la historia como ciencia, parques antiguos, estatuas de grandes personajes, plazas que demuestran que el mundo no fue hecho en un lance de dados de Dios.

No pude mirar mas, mi conciencia me remordía, la mujer seguía detrás mio mascullando palabras ininteligibles como si tratara de sacar la cuenta de donde y como me había visto. Parecia algun concurso de televisión, donde con una respuesta acertara ganara millones; pero no era el caso. Seguía mi camino con destino a los rincones oscuros, quería matar a alguien mas no sabía quien era.

Hastiado de esos recuerdos sin importancia recorro mi camino hacia la plaza, no quería levantar sospechas, ni podía hacerlo tampoco, mi rostro es de esos rostros familiares que todo el mundo liga con algo conocido, que asqueroso era aquello. Quería seguir mi camino cuando un flash en mi cabeza hizo que resonara mi mundo entero, allí estaba ella implacable, pecadora, mal pensada, sucia, corroída por sus pensamientos, bella, esbozando una sonrisa, con actitud tranquila, no era más que una perra amada por todos.

Al mirarla recordé la mujer que venía detrás mío, con cara de ver un muerto tira mi nombre al aire en un ahogado grito de satisfacción. Las miradas se dirigían a mí, todos sabían que era yo al que llamaba mas ninguno podía imaginar que ese mal habido nombre lo abandone hace ya mucho tiempo.

Con una delicada sonrisa miro en dirección a ella tratando de calmarla con la mirada, como si mi cara en si no la aturdiera mas, le dije en un susurro para que me escuchara: “no se quien piensas que soy; pero te confundes y mucho.”

Ese delicado rostro blancuzco comenzó a mostrar ciertas tonalidades de rubor, me imagino que era tratando de convencerse de mi historia. No podía perder mas tiempo mirándola y sonriendo por fin encontré a la persona que debía matar, a esa persona que tanta esperanza clavo en mi corazón, maldita. Me encamino de nuevo a la plaza dejando a mi ruborizada fan detrás. Entre tanto me di cuenta de lo frágil del momento y de si en realidad me importaba que me vieran matándola, nada importaba ya.

Me observa complaciente, invitándome a tomar asiento al lado suyo, note como sus ojos eran un triste mar café que desbordaba por sus parpados tenues y frágiles, todavía la amaba, todavía no me amaba. Al simplemente llegar a ella comenzó a hablar de sus amores, de sus historias tristes, de sus aventuras, de con quien quería estar, con quien estaba, con quien dormía, las razones del porque lo hacía, su nuevo domicilio, la numeración de su línea de teléfono, su nuevo mail, mas importante aun me decía la razones por las cuales me extrañaba, por las cuales quería tenerme a su lado, las razones por las que quería oír mi voz, aquellas por las que me explicaba que no me amaba y que nunca lo haría.

Era un momento común entre los dos, nada del otro mundo decía en mi cabeza, con voz seria y mirando la mal hecha estatua de un supuesto libertador. Le dije:”Perdona todo esto; pero ¿podrías decirme…?” Mis palabras se cortaron al intentar salir, no era momento de preguntar nada, todo estaba dicho entre los dos.

La odiaba por no quererme, la amaba por qué no me odia. Decisiones simples decisiones. Al mirar por las oscuras hendijas, entre calle y calle, noto como la mujer que antes me perseguía me sigue mirando con cara de asombro y empalidecida por darse cuenta de que no se había equivocado, era yo en todas mis magnitudes. En un leve suspiro y como una maquinación del cerebro desaparezco delante de todos, nadie decide buscarme, solo siguen como si nada hubiera ocurrido.

Lo que menos pensaba era que ella debía seguir viviendo por el bien de la realidad misma, lo cual yo no iba a permitir, claro está. Una mano agarra mi muñeca en señal de captura y rendición, era ella otra vez. Decidí que era momento de matarlas a ambas.

Con un fuerte movimiento saco a relucir mi mejor arma, la única en realidad. Lanzo un grito agudo en señal de victoria y realizo mi primer corte, menciono su nombre mientras corto mas a fondo, maldigo su existencia mientras todavía me quedan fuerzas para dirigirme a mi otra presa y asestarle un golpe fatal. Era por fin el día, ya todo había acabado.

Como entrando en un transe profundo me dormía cada segundo un poco más, tratando de luchar contra la pesadez, “ya todo acabo” me dije. El olor a sal del mar contagiaba mi nariz de una profunda alegría y ganas de vivir, era imposible, hace mucho que no existo. Mis ojos por fin se rinden a esa pesada sensación y con aire de victoria grito al mundo: “por fin mate a la esperanza, por fin mate a lo único que quedaba en esa caja de pandora, por fin logre lo que algún día me propuse, Adiós”

Al cerrar los ojos mil imágenes recorren por mi cabeza, mis sentidos se distorsionan, hasta que por fin siento como el mundo mismo se detiene y se apaga. Reina la oscuridad en el trastabillo de vida que queda.

2 comentarios:

  1. Me encanta!! sabes encapsular sentimientos y sensaciones que mi piel, no se de que manera, te transmite.

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  2. Nani preciosa :) Me encanta que te guste. Espero te guste algo de lo nuevo que he escrito :D

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